Haciendo caso omiso de la larga tradición impuesta siglos atrás, el viejo arcoíris ya cansado y algo descolorido, decidió fugarse de la ciudad que lo vio nacer cada vez que llovía con sol. La noche cómplice de su escape cubrió su huida y el viento acariciando sus barbas le dio la señal para que abandone su escondite. El viejo asomó su cabeza miró al cielo e inhaló profundamente la brisa que lo envolvía y por primera vez, entendió plenamente el significado de la libertad.
Acrílico sobre madera. 50x72 cm aprox.
¡Excelente!
ResponderEliminarTanto el texto como el dibujo.
Me da un poco de envidia, sabelo.
Saludos
J.